Soy aficionado al mountain bike desde mucho antes que se estableciera tal barbarismo.
Las férreas (por “hierro”) bicis de paseo de mi niñez, BH y GAC ("ge" "a" "ce"), no eran las más apropiadas para ir dando tumbos por los pedregosos caminos del chalet. Innovaciones como cambio de marchas, luces led, horquilla de amortiguación, neumáticos con tacos o frenos “V-Brake”, se habrían considerado inventos exóticos de la saga “Star Wars”. Y por supuesto, nadie habría tenido arrestos para colocarse un casco de protección. El chaval que sólo disponía de una bici de “mayor”, se la arreglaba para pedalear con medio cuerpo metido en el cuadro. Así estaban las cosas.
Aquellas inquietas pandillas de chavales no dejaban respirar a sus monturas: saltando en campos improvisados de cross hasta torcer las rígidas horquillas, frenando con la suela el liso neumático de la desnuda rueda trasera (los “frenos” eran en realidad “anti-frenos”, por lo que se quitaban los reglamentarios y cromados guardabarros, amén de que el mantenimiento brillaba por su ausencia), con la holgura (“ñick…ñick”) de las bielas con el chavetero “pasado”, subiendo rampas kilométricas siempre de pie –cual jinete en su corcel- , en pugna con aquel solitario piñón …]A nadie se le ocurrió dotar a la bici de un porta bidón, aunque es cierto que en aquella época abundaban las fuentes y manantiales. Hoy ya no, y es curioso. Incluso podía la chiquillería pedir agua con gracejo en cualquier puerta, con la amabilidad explícita del anfitrión. Eran otros tiempos.
Inventamos en explanadas de tierra lo que hoy es conocido como “bici-fútbol”, para terror de las llantas radiadas. Y a veces portábamos con prestancia a la Dulcinea de turno en la sufrida barra del cuadro.
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Cuando ahora contemplo las estupendas bicis de mis hijos y lo poco que las utilizan y valoran…me aborda una fugaz nostalgia al constatar cómo ha cambiado todo. Pero intento ser realista y comprendo que sólo añoro la juventud y su etérea promesa de futuro. No volvería, no repetiría lo vivido. “Cada día trae su afán”.
A pesar de mi afición temprana y la discreta solvencia de una madurez sobrevenida, tengo que reconocer que mi montura es muy modesta: una humilde rígida que cumple sin pretensiones a la que sólo le mejoré la horquilla. Y que no minusvaloro, pues sirve para mis fines, que es hacer algo de deporte y escapar sobre todo de la claustrofóbica rutina. Sin embargo, echo en falta unas muletas para aumentar la diversión; uno ya no tiene veinte años. De ahí mi afán por la electrificación.
Modestia aparte, me jacto –sin notario mediante que lo certifique- de que tuve el pálpito hace muchos años de que las eléctricas iban a ser el futuro en las mountain bikes, cuando vi los primeros esbozos de marcas pioneras como Haibike. El tiempo me ha dado la razón. Sin embargo, considero que queda mucho –mucho- para llegar a ser las mountain bikes eléctricas unos vehículos lógicos dignos del siglo XXI. Si se presta, esbozaré en el foro diversas consideraciones al respecto. Cruzando los dedos para que los entendidos no me den un merecido rapapolvo por la osadía.
Os sigo desde hace varios años con agrado, tanto por la aplicación eléctrica a la montaña como a mi interés por los aspectos técnicos, del que soy novicio en las “e-bikes”, intentando aprender de los “gurús” de este sitio. Éste es un gran foro, por su contenido y sus formas.
Pretendía exponer en realidad una sobria y sencilla presentación, pero me he ido acelerando como una bici eléctrica; mis disculpas.
Me despido brevemente (por fin), comprendiendo que las despedidas cortas son agradecidas. No como aquellas de la “p… mili”, con la familia mirándote de modo aprensivo y eterno en la estación
Me alegro de estar aquí.
Las férreas (por “hierro”) bicis de paseo de mi niñez, BH y GAC ("ge" "a" "ce"), no eran las más apropiadas para ir dando tumbos por los pedregosos caminos del chalet. Innovaciones como cambio de marchas, luces led, horquilla de amortiguación, neumáticos con tacos o frenos “V-Brake”, se habrían considerado inventos exóticos de la saga “Star Wars”. Y por supuesto, nadie habría tenido arrestos para colocarse un casco de protección. El chaval que sólo disponía de una bici de “mayor”, se la arreglaba para pedalear con medio cuerpo metido en el cuadro. Así estaban las cosas.
Aquellas inquietas pandillas de chavales no dejaban respirar a sus monturas: saltando en campos improvisados de cross hasta torcer las rígidas horquillas, frenando con la suela el liso neumático de la desnuda rueda trasera (los “frenos” eran en realidad “anti-frenos”, por lo que se quitaban los reglamentarios y cromados guardabarros, amén de que el mantenimiento brillaba por su ausencia), con la holgura (“ñick…ñick”) de las bielas con el chavetero “pasado”, subiendo rampas kilométricas siempre de pie –cual jinete en su corcel- , en pugna con aquel solitario piñón …]A nadie se le ocurrió dotar a la bici de un porta bidón, aunque es cierto que en aquella época abundaban las fuentes y manantiales. Hoy ya no, y es curioso. Incluso podía la chiquillería pedir agua con gracejo en cualquier puerta, con la amabilidad explícita del anfitrión. Eran otros tiempos.
Inventamos en explanadas de tierra lo que hoy es conocido como “bici-fútbol”, para terror de las llantas radiadas. Y a veces portábamos con prestancia a la Dulcinea de turno en la sufrida barra del cuadro.
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Cuando ahora contemplo las estupendas bicis de mis hijos y lo poco que las utilizan y valoran…me aborda una fugaz nostalgia al constatar cómo ha cambiado todo. Pero intento ser realista y comprendo que sólo añoro la juventud y su etérea promesa de futuro. No volvería, no repetiría lo vivido. “Cada día trae su afán”.
A pesar de mi afición temprana y la discreta solvencia de una madurez sobrevenida, tengo que reconocer que mi montura es muy modesta: una humilde rígida que cumple sin pretensiones a la que sólo le mejoré la horquilla. Y que no minusvaloro, pues sirve para mis fines, que es hacer algo de deporte y escapar sobre todo de la claustrofóbica rutina. Sin embargo, echo en falta unas muletas para aumentar la diversión; uno ya no tiene veinte años. De ahí mi afán por la electrificación.
Modestia aparte, me jacto –sin notario mediante que lo certifique- de que tuve el pálpito hace muchos años de que las eléctricas iban a ser el futuro en las mountain bikes, cuando vi los primeros esbozos de marcas pioneras como Haibike. El tiempo me ha dado la razón. Sin embargo, considero que queda mucho –mucho- para llegar a ser las mountain bikes eléctricas unos vehículos lógicos dignos del siglo XXI. Si se presta, esbozaré en el foro diversas consideraciones al respecto. Cruzando los dedos para que los entendidos no me den un merecido rapapolvo por la osadía.
Os sigo desde hace varios años con agrado, tanto por la aplicación eléctrica a la montaña como a mi interés por los aspectos técnicos, del que soy novicio en las “e-bikes”, intentando aprender de los “gurús” de este sitio. Éste es un gran foro, por su contenido y sus formas.
Pretendía exponer en realidad una sobria y sencilla presentación, pero me he ido acelerando como una bici eléctrica; mis disculpas.
Me despido brevemente (por fin), comprendiendo que las despedidas cortas son agradecidas. No como aquellas de la “p… mili”, con la familia mirándote de modo aprensivo y eterno en la estación
Me alegro de estar aquí.
Última edición por Sebibike el Jue Oct 06, 2016 11:59 am, editado 1 vez (Razón : Tamaño fuente)